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Los cármenes granadinos: inspiraciones y experiencias.

Con anterioridad hemos tratado algunos de los cármenes granainos como el Carmen de la Victoria o el Carmen de los Mártires. Pero en esta ocasión, queremos narrar los cármenes como experiencia, como inspiración. Y como han sido fuente de ambas a lo largo de la historia para múltiples autores y artistas.

Pero ¿qué son los cármenes?

El Carmen que conocemos en Granada proviene del árabe karm. Eran los jardines o viñedos, casas de recreo que contaban con huerto. Reflejan una estructura arquitectónica árabe, de altos muros, jardines, agua, todo protegido de la mirada ajena. Son autóctonos del barrio del Albaicín y se exportaron al resto de Granada.

En la zona más elevada de Granada, los Cármenes, están situados en terrazas, ofreciendo así varias perspectivas. Mientras que los que se ubican en la parte baja de la ciudad se distribuyen en dos o tres terrazas. Por los suelos de sus jardines discurren ínfimos arroyuelos y, en los desniveles, ofrecen el espectáculo del agua que emana. El sonido del agua forma parte de la ceremonia propia de los cármenes; riachuelos que terminan en albercas coronadas por vegetación. 

Los cármenes, por su singularidad, sirvieron de inspiración a poetas, escritores y compositores musicales. Han sido motivo para pintores y dibujantes y constituye una nota distintiva de Granada. Chateaubriand los define como “verdaderos eremitorios de los placeres, asilo de la cansada vida” y los considera “jardín eterno, muestra y vestigios, que aún nos quedan, del paraíso”. Su origen proviene de la expulsión de los moriscos, en 1568 momento en que el Albaicín pasó de ser populoso barrio a barrio en ruinas.

Paraíso cerrado para muchos. Jardines abiertos para pocos

Soto de Rojas, escribió del Albaicín que era un “Paraíso cerrado para muchos. Jardines abiertos para pocos. Y Lorca, de este poeta del Siglo de Oro que habitó la Casa de los Mascarones, las siguientes líneas:

Soto de Rojas se encierra en su jardín para describir surtidores, dalias, jilgueros y aires suaves. Aires medio moriscos, medio italianos que mueven todavía las ramas, frutos y boscajes de sus poemas”.

Este poema sobre los cármenes está dividido en siete mansiones, que representan secciones de los jardines de la Casa de los Mascarones y concluye describiendo el verdadero paraíso, en el que se encontrará con Dios. El carmen de los Mascarones, situado en la Calle del Agua, debe su nombre a los dos rostros barbudos que cuelgan de la fachada como si guardianes fueran. Allí vivió y murió Soto de Rojas y la casa sirvió de inspiración para este poema. No fue el único que habitó el Carmen, también lo hizo el escultor granaino José de Mora.

El carmen sufrió múltiples transformaciones a lo largo de la historia. Actualmente se conservan restos de arte hispanomusulmán y renacentita. La casa, como todos los cármenes, hace eco de la premisa musulmana de no ostentar riqueza. Pero una vez que se abren las puertas, queda fuera la sobriedad para dar lugar a hermosos jardines. Para el poeta se trataba de «una de las quintas de mayor ingenio, sutileza y artificio de este paraíso español». Estos jardines, fruto de la mezcla de los árabes y los italianos hicieron del Albaicín algo único. Soto de Rojas sería uno de los primeros en apreciar la sutileza de las casas del Albaicín, sus calles, la inteligencia en la distribución del agua, el placer del agua o la sensualidad de las plantas.

Experimentar los cármenes

Si en los jardines que habita
me impiden ver a mi dueño,
en los jardines del sueño
nos daremos una cita”

Ibn Darray

Actualmente seguimos teniendo el privilegio de disfrutar de estos paraísos. Algunos se encuentran abiertos al público; otros forman parte de itinerarios culturales. Este es el caso del Carmen de las Tres Estrellas que puede visitarse en nuestra ruta Albaicín Clandestino; el de los Mártires que forma parte de Paseo por las cárceles andalusíes del Carmen de la Victoria que se visita en Albaicín en su interior.

 

 

 

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