Granada: el origen de su nombre

El origen del nombre de Granada

Granada es una ciudad de misterios y leyendas. No es necesario adentrarse en ella ni conocerla a fondo. Basta con visitarla para darnos cuenta que es, desde sus orígenes, una ciudad legendaria. Y es legendaria no sólo por lo que transmite e inspira; Granada es también misteriosa para averiguar el origen de su nombre. En Granada, la mezcla de rigor histórico y teorías de fábula consiguen abstraernos y transportarnos a tiempos en los que lo que menos importaba era, precisamente, el tiempo.

Misterio en su origen

El origen del vocablo Granada es totalmente incierto. Son muchos los estudios y teorías al respecto, algunas apoyadas en escritos y hechos históricos, y otras, en leyendas e historias transmitidas generación tras generación. Algunos se decantan porque etimológicamente su nombre proviene del  latín. Otras fuentes sostienen que es del árabe. Tampoco faltan teorías poéticas y/o metafóricas comparando la aglomeración de casas de la ciudad con el apelmazamiento de los granos del fruto de la granada.

En este artículo vamos  recopilar varias teorías (sólo unas cuantas) y que cada cual, según su propio criterio, decida.

Teorías sobre el origen del nombre de Granada

Su origen bíblico 

Empecemos por la más antigua, mejor dicho, la que se remonta más atrás en el tiempo. Esta teoría atribuye el nombre y la fundación de Granada a una bisnieta de Noé llamada Grana, hija de Tubal, cuyo padre, Jafet,  fue hijo de Noé (no puedo evitar pensar en Mordor, Gandalf y Aragorn). De la tal Grana no se acredita su existencia en el Génesis  (ni en ninguna otra fuente), y seguramente esta teoría surgió intentando justificar un origen bíblico a Granada.

Su origen mitológico

También hubo quien dijo que Hércules tuvo una hija a la que llamó Granata, y que ella fue quien dio nombre a la ciudad. Tampoco falta, en el ideario popular del origen del vocablo, una hija de Nabucodonosor, sin olvidar la teoría de que su origen se remonta a los fenicios, ya que según el origen mitológico, la Diosa Natá ocupaba la colina de La Assabika a la llegada de los árabes. Al añadir el prefijo Gar (Puerta) al nombre de la Diosa, quedó Garnata.

Sigamos con las teorías. Algunos decían que el nombre podía provenir de Gar Natá, traducido como “Cueva de Natá”, en referencia a unas cuevas que intentaron  identificar con alguna covacha de Sierra Elvira. Otros señalaban que el nombre de Gar Nata se refería a una cueva situada en la ciudad, donde supuestamente vivió Natá, una hija del conde D. Julián, cuya existencia, al igual que la de la bisnieta de Noé, tampoco ha podido ser comprobada. He de decir que D. Julián es nombre hispanizado que se le dio al gobernador de Ceuta, Olbán, que fue quien ayudó a los musulmanes en su entrada a la península Ibérica, acabando así con el reino visigodo.


También está la versión semita

No faltó, ni falta, quien encontró en Gar-Anat , traducido como “Colonia de Peregrinos”, el origen del vocablo Granada. El motivo no es otro que la llegada a la península ibérica, en los primeros años de la Era Cristiana, de un grupo de judíos exiliados a causa del pogromo (brote antisemita) que tuvo lugar tras la segunda revuelta judía protagonizada en Jerusalén por Bar Koziba (“Hijo de la Estrella”), al oponerse frontalmente a Adriano, que quiso, entre otras cosas, prohibir la circuncisión. El nombre que dieron estos judíos, mejor dicho sus descendientes, a la ciudad fue Garnata al-Yahud.

La versión oriental

Otra teoría más; Gar-Nata, traducido  como “Ciudad Fortificada”.  Siguiendo el camino de las interpretaciones orientales, otros lo hicieron apelando las palabras persas “gar” (castillo, ciudad fortificada) y “nata” (cosa superior, sobresaliente, elevada), y apoyando su teoría en la existencia de una población llamada Natívola, diminutivo de Nata.

Versión del origen clásico del nombre de Granada

También hay quien apoya la teoría etimológica de Granada en su origen romano. Entonces el asentamiento urbano estaba en lo más alto de la colina del Albaicín y su nombre era Hizn Granata, cuya traducción sería “fortaleza del granado”.

De lo que no cabe duda es que el fruto (la granada) es originario de Asia, concretamente de la zona comprendida  entre Irán y la cordillera del Himalaya (en el Corán aparece como uno de los árboles del Paraíso, incluso hay quien dice que lo que la serpiente ofreció a Eva fue una granada, no una manzana). Presumiblemente la granada cruzó al desierto desde Irán (entonces Persia). Debido a su piel gruesa y su interior jugoso capaz de soportar largos viajes por el desierto sin perder sus cualidades, adquirió una gran importancia entre los bereberes, nómadas del norte de África, que la trajeron a Europa. *Aquí hago un inciso para remitiros al párrafo anterior y la referencia al origen romano del vocablo, porque cuando llegaron los romanos ya existían los granados y por ende un asentamiento de norteafricanos. ¿No pudo ser que los romanos al ver ese árbol para ellos desconocido en Ilíberis, Ilíberris, Garnata, Gar-Natá, etc…,  o como se llamara la ciudad que acababan de conquistar, bautizaran al árbol con el nombre que los antiguos pobladores conocían a la ciudad?

La Granada Zirí: comienzo de su esplendor

Lo evidente es que, no es hasta la llegada y posterior dominio de la Dinastía Zirí, cuyo origen no es otro que la desmembración del Califato de Córdoba y la aparición de múltiples reinos Taifas,  cuando la ciudad de Garnata crece y toma importancia, consiguiendo su máximo esplendor y pasando a ser conocida en lo sucesivo como Granada.

Indudablemente, y sin perjuicio de decantarnos por alguna de las teorías expuestas (o por otra no expuesta en este artículo), la denominación de Granada es un misterio más de los muchos que alberga nuestra legendaria ciudad.

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