la mujer alpujarreña. las guerreras desconocidas

La mujer Alpujarreña. Las guerreras desconocidas.

 

La mujer Alpujarreña. Las guerreras desconocidas.

Cuando hablamos de visitar o conocer algún lugar, pensamos en su arquitectura, historia o gastronomía. Sin embargo, a veces nos olvidamos que todas esas huellas del pasado que podemos disfrutar en la actualidad, nos han llegado por sus gentes, con su cultura y tradiciones.

Sentía mucha curiosidad por saber más sobre una comarca de Granada con un poso histórico multicultural como es La Alpujarra (granadina o almeriense, no vamos a diferenciarlo) y de repente me vi sorprendida por una serie de artículos donde se hablaba de la mujer y la fuerza del matriarcado en este lugar.

Marcada por su origen Bereber. La historia de unas indómitas

El empoderamiento de la mujer en esta comarca viene de muy atrás. Vamos a remontarnos al 711 que es cuando los árabes y bereberes entran en la península. La zona de la Alpujarra, en esos momentos, está ocupada por la población hispano-romana y goda. Tenemos que esperar hasta el s.X en que los alpujarreños luchan contra las fuerzas de Abderraman III porque no quieren depender del califato, pero no lo consiguen. Como consecuencia se establecen allí bereberes y tuaregs. La sociedad bereber era eminentemente matriarcal. Hay que decir también que no estaban totalmente islamizados, de hecho, son los árabes procedentes de Siria que van conquistando el norte de África, lo que conocemos ahora como el Magreb, que los obligan a convertirse al Islam.

Pero volviendo a nuestras mujeres, me sumerjo nuevamente en más documentación y veo que estas gozaban de una amplia libertad sexual, eran las dueñas de los bienes familiares y la descendencia era matrilineal. Los hombres dan por bueno todo lo que dicen las mujeres, en cambio tienen la exclusividad en la política ( aplicable a la actualidad 😊)

Llegamos a 1568, la época de la rebelión morisca y la lucha que sostienen con los cristianos. Luis del Mármol, cronista de la época, nos cuenta que las mujeres alpujarreñas “eran de ánimo y apasionamiento capaces de rivalizar con los hombres en crueldad en la batalla”. Seguimos viendo ese carácter fuerte e independiente de estas mujeres.

Finalizada la rebelión y expulsión de los moriscos supervivientes, sólo se queda en La Alpujarra un grupo minoritario de viudas bereberes que se mezclan con los cristianos que vienen a asentarse en la comarca. Por la orografía y el mal sistema de comunicaciones que tenían, esta zona se queda “conservada en el tiempo”.

Una sociedad encerrada y aislada

Durante los s.XVII y s.XVIII y debido a este aislamiento, se crea una sociedad desconocida para el resto del mundo. Aquí Voltaire tiene su “minuto de oro” pues en sus escritos (Diccionarios filosóficos) dice que en tiempos de Felipe II se descubre un pueblo en la comarca de las Alpujarras en la que sus habitantes son descendientes de antiguos moros. Que era un pueblo en el que había que entrar a través de cuevas y que fue exterminado, en resumen, que hace una mezcla entre historia y fantasía. Esto hace que la gente quiera conocerlo de primera mano. Se comienza a crear una leyenda que es bien aprovechada por los viajeros románticos y en esta época personajes ilustres vienen a conocer la zona. No nos olvidemos que en esas historias el papel de la mujer como figura dominante en la comarca sigue vigente.

El «defensor» Luis Seco de Lucena

Otro hecho importante que marcó esa garra y fuerza de la mujer alpujarreña, fue cuando las cepas de vid en España fueron atacadas por la filoxera en 1891. Esta plaga hizo estragos en la comarca y parecía que en Granada capital no se daban cuenta. Hasta allí fue el director del diario El Defensor, Luis Seco de Lucena, y pudo comprobar la injusticia que se estaba cometiendo, pues aún sin haber desde hace tiempo recolección de uva ni por ende producción de vino, personal de Hacienda requisaba mulas, alhajas, ropa y aceite para cobrar los impuestos de un vino que no existía.

mujeres de las Alpujarras. Un matriarcado

Viendo esto, el periodista sacó dos conclusiones: uno, el aislamiento, desolación e injusticia que se estaba cometiendo allí, y por oro lado, la valentía y la lucha de sus mujeres que hacían gala del origen bereber del nombre de la Alpujarra, la indómita, la pendenciera. Mujeres levantadas en uñas dispuestas a rajar la cara de quien osase entrar en sus viviendas.

Volvió a Granada y tomó cartas en el asunto a través de artículos en su periódico. Gracias a ese interés hubo importantes destituciones tanto en Hacienda como en la Delegación del Gobierno y todo gracias a esa fuerza, empuje, decisión y movilizaciones de las mujeres alpujarreñas. Quedando la figura del hombre a ojos de Lucena como perezoso a la hora de defender sus derechos y pedir auxilio.

El empoderamiento de la mujer alpujarreña

Este empuje y garra de la mujer no sólo era palpable en el trabajo sino a la hora de gestionar la vida social. Ellas eran las encargadas, en el sXIX, de la organización de las fiestas populares, de los bailes y las rifas, así como en la elaboración de los dulces y bebidas. Y solían nombrar mayordomos a los hombres para hacerles creer que ellos eran los protagonistas. Y como he dicho anteriormente, esas acaloradas discusiones de política se la dejaban también a ellos, así como la representación de cargos públicos.

Hay dos puntos que me llamaron mucho la atención, uno era la condición de igualdad en el ámbito laboral. Los salarios se equiparaban de igual forma tanto para hombres como para mujeres. Es más, a la hora de elaborar manufacturas, la mujer percibía 2 reales más que el hombre por su mayor producción y mejor destreza con las manos.

El aspecto antropológico es muy interesante, pero lo contaré en otra entrada pues hay cosas realmente interesantes y adelantadas en el tiempo.

Debido a estas características de la alpujarreña es esta una comarca donde hay un mayor número de asociaciones de mujeres en activo. Puede que ese ADN indómito y pendenciero de sus antecesoras siga presente en este lugar, considerado por algunos como Reino de las Amazonas.

 

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